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La alimentación consciente y el hambre emocional

Actualizado: 15 abr 2023

Mucho se habla del hambre emocional y el hambre real y la importancia de identificar una y otra a la hora de desarrollar una alimentación sana y equilibrada.


Me parece oportuno profundizar sobre como la práctica de la alimentación consciente puede ayudarnos a distinguir entre estos dos tipos de "hambres" y cómo establecer un vínculo más sano con la comida, a través de desarrollar una mayor consciencia.


La alimentación consciente se trata de prestar atención a los alimentos que comemos, cómo saben y cómo nos hacen sentir. Al centrarnos en el momento presente, podemos alinearnos con las señales de nuestro cuerpo y tomar mejores decisiones sobre qué y cuándo comer.


Cuando comemos con atención plena, podemos identificar mejor cuándo tenemos hambre real y cuándo comemos por motivos emocionales. También podemos saborear los sabores y texturas de nuestra comida, lo que puede ayudarnos a hacernos sentir más satisfechos y menos propensos a comer en exceso.


Hambre emocional: cuando las emociones nos controlan.


Nuestro cuerpo no siempre nos pide alimentos por una necesidad fisiológica, sino que muchas veces, nuestras ganas de comer están relacionadas con cómo nos sentimos, con nuestras emociones y directamente relacionadas con determinados ingredientes, que en general no son considerados “sanos” ni nutritivos.


El hambre emocional es cuando comemos en respuesta a nuestras emociones en lugar de nuestra necesidad física de nutrición. Esto puede suceder cuando estamos estresados, aburridos o deprimidos, y recurrimos a la comida como una forma de sobrellevar la situación.


El hambre real, por otro lado, es la señal natural del cuerpo de que necesita energía y nutrientes.


A todos nos ha pasado que nos sentimos angustiados, estresados o simplemente sin ganas de hacer nada y nos invade un “hambre emocional” que asociamos a antojos, y recurrimos a alimentos altos en azúcares, como chocolate, galletitas, helado, papas fritas, y no podemos parar.

Esto generalmente se da con alimentos ultraprocesados que son más adictivos y nos es difícil parar de comerlos.

Es por eso que es tan importante aprender a identificar nuestras emociones, las circunstancias que nos rodean y especialmente el contexto en el que se de nuestra alimentación.


La clave radica en poder identificar lo que nos pasa, cuándo necesitamos comer realmente y qué alimentos son los que nos van a hacer sentir realmente con energía y nutricionalmente llenos.


 

Hambre real vs Hambre emocional


El poder identificar cuándo se presentan los distintos tipos de hambre, nos permite empezar a tomar decisiones más conscientes en dichas situaciones.


Hambre real o fisiológica

  • Es gradual y aparece paulatinamente.

  • La intensidad va aumentando poco a poco.

  • Se puede sentir muchas veces hasta el ruido del estómago vacío.

  • Aparece luego de estar varias horas sin ingerir alimentos.

  • Encontramos satisfacción en prácticamente cualquier alimento.

  • Puede provocar malhumor, sensibilidad y hasta dolor de cabeza o debilidad.

  • Es probable que baje la capacidad de concentración y atención.

  • Al ingerir los alimentos las sensaciones desaparecen.

  • Uno puede tomar registro de cuándo se alcanza la saciedad

  • Está asociado a una necesidad real fisiológica de “falta de energía”.



Hambre emocional

  • Viene de forma repentina, de un momento a otro.

  • Se siente como un vacío en la garganta.

  • Está asociado a una emoción, nostalgia, tristeza, estrés o cansancio.

  • Puede aparecer inmediatamente después de ver un determinado alimento.

  • Puede continuar a pesar de haber comido, aunque ya no tengas “hambre”.

  • Muchas veces se asocia a una situación o lugar concreto, que despierta una emoción en particular.

  • Puede generar sentimiento de culpa y remordimiento.


Para poder desarrollar la alimentación consciente frente a situaciones de hambre emocional, practicar la atención plena antes y durante las comidas es un recurso que puede funcionar muy bien.


 

Algunas ideas para poner en práctica:


  • Tomar algunas respiraciones profundas antes de comenzar a comer y tratar de concentrarse únicamente en la comida que se esta comiendo.

  • Observar los olores, los sabores y las texturas, e ir tomando registro sobre nuestro sentido de saciedad (si todavía tenemos hambre)

  • Aprender a manejar el estrés, el conectar con nuestras necesidades y sumar prácticas que ayuden a encontrar un mayor equilibrio: el yoga, la meditación y el ejercicio regular pueden ayudar a reducir los niveles de estrés.

  • Conectar con prácticas que nos conecten con el disfrute y nos causen placer.

  • Una alimentación consciente se trabaja con técnicas y herramientas que nos permiten alinearnos con las señales de nuestro cuerpo, y crear una relación más saludable con la comida, para poder nutrirnos de una forma más equilibrada.


Existen distintos profesionales como psicólogos de la alimentación o nutricionistas especializados en la temática, que pueden orientar y acompañar en el proceso de desarrollar una alimentación más consciente.


Si te interesa conocer más sobre qué herramientas podés poner en práctica para sanar tu relación con la comida, podes consultar el Programa de Coaching BE MINDFUL que tengo disponible actualmente en la web.


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